Columna de opinión de Jorge Núñez Arzuaga, ex Coordinador General del Consejo Municipal de Cultura de Mar del Plata y Batán.

 

Estamos viviendo un período crucial. Los científicos nos dicen que sólo tenemos 10 años para cambiar nuestros modos de vida, evitar de agotar los recursos naturales e impedir una evolución catastrófica del clima de la Tierra. Cada uno de nosotros debe participar en el esfuerzo colectivo, y es para sensibilizar al mayor número de personas que realicé la película HOME…” decía el fotógrafo y documentalista Yann Arthus-Bertrand en el estreno de ese filme, hace 15 años. Ya pasó sobradamente el tiempo estimado para producir a escala planetaria las transformaciones culturales, políticas y económicas necesarias para el beneficio de las poblaciones y del medio ambiente. Ahora no se habla de evitar el impacto del calentamiento global sino de la mitigación y adaptación a sus consecuencias.

La emisión de gases de efecto invernadero y los desastres naturales se instalaron de facto en las agendas de los gobiernos, mientras la explotación irracional de los recursos naturales y la contaminación hicieron estragos en las últimas cinco décadas.

En los años ´60 los movimientos a favor de la protección ambiental y de la toma de conciencia de la relación ser humano-medio natural, puso en discusión la civilización industrial que contamina, agota los recursos y hace peligrar la propia supervivencia de la especie. A principio de los ´70 la comunidad científica internacional advertía, en base a estudios y proyección de indicadores, que los riesgos eran predecibles. Así nace, por ejemplo, la organización no gubernamental Greenpeace en Canadá, y en Estados Unidos se promueve legislación como la Ley de Agua Limpia, Ley de Aire Limpio, Decreto Ley de Especie en Peligro de Extinción, y Decreto Ley de Política Medioambiental Nacional. En los ´80 se profundiza ideológicamente y se empieza a considerar a las personas, la sociedad y los hábitats como un todo vivo, una estructura indivisible; esta posición se llama Ecología Social y se explicita en la Declaración de Principios de la Internacional Verde de 1989 en Río de Janeiro. En los ´90 la Cumbre de la Tierra (también en Río de Janeiro, 1992), el Protocolo de Kioto (1997), acuerdan parámetros que deben observar los Estados. En 2006 el controvertido documental presentado por Al Gore “Una verdad incómoda” relanza a la palestra el tema, y en 2009 Arthus-Bertrand estrena “Home”. Otras cientos de miles de acciones cotidianas y de organizaciones en todo el mundo no han logrado todavía instalar un nuevo estilo de vida basado en energías renovables, industrias limpias, soberanía alimentaria, comercio justo y desarrollo sostenible.

Los responsables del desastre ecológico (que es desastre, justamente, porque afecta a la vida humana), siguen postergando los cambios que las comunidades reclaman, en aras de sostener las ganancias de sus empresas destructivas y el crecimiento del complejo militar-industrial. Las sucesivas Conferencias COPs de la Organización de Naciones Unidas (ONU) siguen sucumbiendo ante la voracidad de intereses y discursos negacionistas, que quedan en ridículo ante la evidencia empírica que hace estragos por todo el globo.

La relación de fuerzas entre los agentes regresivos y progresivos de este momento histórico está en la balanza, mientras los procesos de la naturaleza siguen su curso.

Es bueno recordar en este punto que el mismo Yann Arthus-Bertrand que mencionamos al principio de la nota, también realizó la serie “7 mil millones de otros”, documental que entrevista a personas de todo el mundo con testimonios sobre los grandes temas que tenemos en común, lo que puede ayudarnos a pasar del interés individual a la conciencia global, y alcanzar la grandeza de espíritu para comprender y convivir con los demás como la vía más rápida para el cambio humanizador que urge a nuestra civilización.

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