Desde la dirección de Medio Ambiente local aseguran que la bajante repercute en muchos aspectos, pero quizás tenga un mayor impacto en las personas que habitan en las inmediaciones de los cursos de agua afectados.

 

Hace ya más de un año que el río Paraná está padeciendo una bajante histórica. Al margen de los efectos para el medioambiente, esta crítica situación afecta directamente la navegabilidad y pone en estado de alerta a los habitantes del Delta.

El inicio de este fenómeno data de junio del año pasado y perjudica a toda la cuenca, que pasa por las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe, Misiones, Corrientes, Chaco y Formosa. Además de la imposibilidad de movilizarse a través del río y arroyos aledaños, también genera preocupación la aparición de cianobacterias, algo que ya sucedió recientemente. La bajante actual es la más importante desde 1944.

Tan crítico es el panorama que el presidente Alberto Fernández declaró la “emergencia hídrica” por 180 días en la cuenca. Esto faculta a diferentes áreas del gobierno a adoptar medidas para “mitigar las consecuencias de la grave situación que genera la bajante”.

“Estamos algo más de dos metros por debajo de la media normal en el partido de Escobar. Nos mantenemos en una situación de observación constante, pero no estamos en el nivel de criticidad que hay en otras zonas”, declaró a El Día de Escobar el director general de Medio Ambiente, Javier Guzzo.

“Nuestro río Paraná es de tránsito de gran porte para la zona de Santa Fe y le estamos dando prioridad para que se pueda hacer, al igual que a la navegación diaria de los isleños, que comprende el transporte de alimentos y las escuelas. Todo lo que es placer queda restringido por el uso lógico de cada propietario”, explicó el funcionario.

“Estuvimos recorriendo la zona este fin de semana y queda restringido de manera directa, porque no hay calado en las mismas guarderías y no se pueden sacar las embarcaciones”, agregó.

Guzzo también alertó que la proliferación de cianobacterias en la cuenca “puede afectar al ambiente y a la salud, por eso hay que tener mucho cuidado”.

“Estamos trabajando de manera articulada con la Dirección de Defensa Civil, la Secretaría de Salud y Prefectura mirando la zona costera y los lagos y lagunas que tenemos en el distrito. No hay que entrar en crisis, pero sí hay que seguir observando”, remarcó.

La bajante repercute en muchos aspectos, pero quizás tenga un mayor impacto en las personas que habitan en las inmediaciones de los cursos de agua afectados. Uno de ellos es Plácido “Toti” Aquino, quien desde hace varias décadas vive a orillas del río Luján.

“La carencia de agua y la falta de lluvias afectan al turismo, no hay pesca e incluso a los vecinos les cuesta salir con las embarcaciones. Ha habido bajantes, a veces bajan las aguas del norte y después toman su nivel, pero nunca había visto algo de esta manera desde el tiempo que llevo viviendo acá. No sé hasta cuánto será esto”, expresó. (InfoGEI)

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